¿Qué factores debemos tener en
cuenta a la hora de elegir el caballo de salto que vamos a comprar? No cabe
duda que la diversidad es enorme y que no siempre la cuestión económica es la
esencial. Lo deseable es encontrar un caballo 'idóneo' que se adapte a la monta
de nuestro jinete.Como todos sabemos, disponer de un presupuesto generoso
permite acceder a caballos probados en competición. No obstante no es
aconsejable comprar un caballo porque salte bien en alta competición.
Jinete y caballo deben estar psicológicamente compensados y físicamente coordinados. Las masas respectivas necesitan guardar la debida proporción; los temperamentos, en cambio, es mejor que sean contrarios. Así mismo, cuanto menor sea la experiencia del jinete, mayor ha de ser la del caballo.
El primer dato que define un caballo es su edad, indica la madurez mental que podemos esperar y orienta sobre su experiencia en competición.
La equitación es un deporte que necesita entrenador y la persona que entrena o dirige es la más capacitada para ayudar a elegir el caballo más conveniente, porque conoce los caballos en mercado y sus precios, el tipo de caballo que da cada semental, las fisuras de cada equitación y por ello si conviene más caliente o más frío, más cerca o más lejos de sangre, más masivo o más ligero y más o menos experimentado.
Lo importante es que salte bien, pero no debemos olvidar que para jinetes juveniles suele ser mejor compra, y da mejores resultados, caballo fácil con calidad, que caballo complicado o difícil con más calidad. El primero suele ser bueno en lo que es capaz de hacer; el segundo puede terminar golpeándose y parándose, salvo que se cruce en su camino un gran jinete.
En esta línea de elegir caballo fácil con calidad, debemos considerar:
1. Cabeza.
Es lo más importante; la expresión "Good Brain" de los ingleses es más correcta. Es esencial que el caballo sea valiente, inteligente y colaborador. Estas cualidades harán que el caballo perdone llegadas imprecisas, faltas de equilibrio, batidas desde más lejos de lo normal, trazados incorrectos, etcétera. La buena cabeza aceptará el esfuerzo y perdonará fallos de progresión en el entrenamiento o errores del jinete en la programación del trabajo o de los concursos. Si se producen errores rotundos en la matriculación o en la equitación, terminan parándose, pero el margen de error es mucho mayor en el caballo con buena cabeza. Además tienen arreglo mientras que la mala cabeza "aprende" lo malo y "se queda" con ello. Cuanto más joven o inexperto sea el jinete, más necesitará un caballo con 'buena cabeza'.
Jinete y caballo deben estar psicológicamente compensados y físicamente coordinados. Las masas respectivas necesitan guardar la debida proporción; los temperamentos, en cambio, es mejor que sean contrarios. Así mismo, cuanto menor sea la experiencia del jinete, mayor ha de ser la del caballo.
El primer dato que define un caballo es su edad, indica la madurez mental que podemos esperar y orienta sobre su experiencia en competición.
La equitación es un deporte que necesita entrenador y la persona que entrena o dirige es la más capacitada para ayudar a elegir el caballo más conveniente, porque conoce los caballos en mercado y sus precios, el tipo de caballo que da cada semental, las fisuras de cada equitación y por ello si conviene más caliente o más frío, más cerca o más lejos de sangre, más masivo o más ligero y más o menos experimentado.
Lo importante es que salte bien, pero no debemos olvidar que para jinetes juveniles suele ser mejor compra, y da mejores resultados, caballo fácil con calidad, que caballo complicado o difícil con más calidad. El primero suele ser bueno en lo que es capaz de hacer; el segundo puede terminar golpeándose y parándose, salvo que se cruce en su camino un gran jinete.
En esta línea de elegir caballo fácil con calidad, debemos considerar:
1. Cabeza.
Es lo más importante; la expresión "Good Brain" de los ingleses es más correcta. Es esencial que el caballo sea valiente, inteligente y colaborador. Estas cualidades harán que el caballo perdone llegadas imprecisas, faltas de equilibrio, batidas desde más lejos de lo normal, trazados incorrectos, etcétera. La buena cabeza aceptará el esfuerzo y perdonará fallos de progresión en el entrenamiento o errores del jinete en la programación del trabajo o de los concursos. Si se producen errores rotundos en la matriculación o en la equitación, terminan parándose, pero el margen de error es mucho mayor en el caballo con buena cabeza. Además tienen arreglo mientras que la mala cabeza "aprende" lo malo y "se queda" con ello. Cuanto más joven o inexperto sea el jinete, más necesitará un caballo con 'buena cabeza'.
2. Boca.
Es muy importante también. Una boca suave indica que el caballo ha estado en buenas manos y que no tiene molestias o dolor al saltar. Casi todas las resistencias de dorso y posteriores se reflejan en la boca. También indica que la actitud ante el obstáculo es correcta; si no lo fuera y tratase de escapar, el jinete intentaría evitarlo y siempre acaba sufriendo la boca del caballo. Una boca suave, receptiva y obediente indica mucho; indica salud física, buena aceptación del trabajo, actitud obediente en los terrenos del salto y buena cabeza. Además de lo que indica, la vamos a disfrutar y nos ayudará a montar mejor.
Es muy importante también. Una boca suave indica que el caballo ha estado en buenas manos y que no tiene molestias o dolor al saltar. Casi todas las resistencias de dorso y posteriores se reflejan en la boca. También indica que la actitud ante el obstáculo es correcta; si no lo fuera y tratase de escapar, el jinete intentaría evitarlo y siempre acaba sufriendo la boca del caballo. Una boca suave, receptiva y obediente indica mucho; indica salud física, buena aceptación del trabajo, actitud obediente en los terrenos del salto y buena cabeza. Además de lo que indica, la vamos a disfrutar y nos ayudará a montar mejor.
3. Equilibrio.
El equilibrio de un caballo es un concepto fundamental y está relacionado con el peso en los posteriores, la dinámica de masas y la obediencia. Es más correcto hablar de grados de equilibrio; para su análisis podemos desglosarlo en tres fases:
Equilibrio natural. Es la base fisiológica de la estabilidad; reside en el oído interno del caballo y está relacionado con la inteligencia. Es un don y consiste en que el caballo tenga de manera intuitiva buen control de su masa. En términos generales caballos pequeños y ponis tienen mejor equilibrio que los grandes.
Equilibrio con jinete. Está relacionado con la voluntad del caballo para corregir el pequeño desequilibrio que supone el peso del jinete. La interferencia del jinete recargaría el tercio anterior del caballo; para neutralizarlo el caballo debe percibir el pequeño desequilibrio y asumir el peso, reajustando el centro de gravedad del conjunto mediante un ligero remetido del tercio posterior. Se aprecia mejor bajando una pendiente pronunciada. El caballo desequilibrado parece que va a 'caerse'; se deja llevar por la cuesta de manera poco cuidadosa o desprevenida. El equilibrado, por el contrario, es sensible a la pendiente y ejerce una acción correctora para que la cuesta no le ponga en evidencia o peligro de caer.
En equilibrio, el caballo 'controla la pendiente'; en desequilibrio 'la pendiente lo controla a él'. El jinete experimentado va atento al equilibrio y con acciones sutiles de mano y pierna estimula al caballo a mantenerse activo y equilibrado. Así no tropieza.
Equilibrio en acción. En los aires rápidos o durante un recorrido de salto, el caballo tiende a desestabilizarse, volcándose en las espaldas y presentando dificultades de control. Se evita manteniendo el peso natural de los posteriores en todo momento; se trata del equilibrio dinámico necesario para que la masa total en movimiento sea controlable o gobernaba. La razón es que los posteriores firmes bajo la masa facilitan la 'ligereza': el caballo pesa menos en la mano y tiene mayor libertad para girar o para batir con los anteriores, ya que no se encuentran tan "comprometidos" con el peso. Este equilibrio está relacionado con la obediencia, el trabajo realizado y grado de doma alcanzado por el caballo. Es el que más puede mejorarse con trabajo, pero hay caballos que se desequilibran poco y otros que necesitan acciones insistentes y enérgicas del jinete, nada deseables, para mantenerse en equilibrio.
De la misma forma que en las pendientes, el buen caballo es sensible al salto y ejerce una acción correctora, que es echar el peso hacia atrás, para tener sus recursos disponibles y que el salto no le 'pille' en desequilibrio. El buen caballo se equilibra con los saltos, contra los obstáculos. En grados intermedios de equilibrio buscamos que al menos se deje equilibrar.
El caballo equilibrado es lo que todos buscamos; permite una equitación correcta y fluida hacia delante, con poca o nula intervención de la mano. Consigue mejores tiempos y es bueno en desempates y pruebas de velocidad. Lo bueno del equilibrio es poder olvidarse de él.4. Mecanismo.
El buen mecanismo consiste esencialmente en que el caballo va adaptando su cuerpo a la trayectoria que describe. Como el salto es una parábola, el caballo debe permanecer inscrito en ella; debe adelantar el cuello, dar la cruz y tener un gesto 'redondo'. Si hunde el dorso y la zona lumbar o echa el cuello hacia arriba decimos que no bascula o tiene mal mecanismo. Hay caballos que saltan plano o invertido y tienen éxito en competición internacional.
Los miembros anteriores y la espalda deben adelantarse armoniosamente en la batida. Si el caballo es recto de espalda o rígido suele tener dificultades para juntar las rodillas y adelantarlas- dobla las cañas pero no levanta los antebrazos; los deja inclinados hacia abajo y casi siempre demasiado separados.
Los buenos jinetes saben bien lo que montan y colocan este tipo de caballo siempre lejos del obstáculo. Con nuestro jinete joven o menos experto, el caballo se ve obligado a hacer esfuerzos excesivos o se golpea y puede pararse. Si tiene espalda rígida o 'malas espaldas' es mejor descartarlo. Si deja las manos algo "colgadas' pero sin desequilibrio, es normal y se mejora con trabajo: agrupaciones y gimnasias. Si mete los posteriores en el aire y no los saca hacia atrás decimos que tiene 'malos pies'. Ha habido caballos buenos con este gesto, pero no es lo normal. Es difícil corregirlo aunque se mejora algo con protectores largos o pesados atrás.
Busquemos pues un caballo que tenga buen mecanismo, que sea 'rápido' delante de la batida y lo que es más importante, que no haya que colocarlo lejos del obstáculo. El caballo rápido de delante no se encuentra tan comprometido cuando llega muy cerca. Es precisamente lo que se busca; que el jinete gane confianza, galope hacia los saltos sin temor y que el caballo esté cómodo y agradezca el buen ritmo. Sí además tiene buenos pies que salen hacia atrás y se elevan, resultará más fácil conseguir recorridos limpios.
5. Medios
Para saltar hacen falta medios. Los medios de un caballo están relacionados con la genética y la calidad. Un caballo flojo de atrás o falto de fuerza no puede con las pruebas serias. Un percherón tampoco. El salto no necesita la punta de forma o condición física y por eso se considera disciplina técnica pero se apoya rotundamente en la calidad del caballo. En el recorrido, los verticales son un "test" al equilibrio y los óxeres un "test" a los medios del caballo. Donde más se precisan medios es en óxeres y combinaciones. Los medios son críticos para poder negociar con autoridad las combinaciones sobre todo el triple; asimismo son determinantes para decidir si un caballo es de "gran premio' o no lo es. Al final, los medios son los que marcan las diferencias entre caballos buenos y fijan el techo deportivo de un caballo.
6. Sensibilidad.
Viene determinada por la sofisticación del sistema nervioso y el grado evolutivo de cada raza. Las especies menos evolucionadas tienen menor sensibilidad. Podemos hablar de sensibilidad física y sensibilidad psicológica, aunque ambas están interrelacionadas.
Sensibilidad física hace que el caballo sea sensible a cualquier acción sobre su piel. Esta sensibilidad hace posible la doma; el caballo es sensible a las ayudas de manos, piernas y peso; debe apreciar las indicaciones y matices del jinete. En cierta medida es el lenguaje y la comunicación entre jinete y caballo. Viene determinada por la perfección del sistema emisión-transmisión de señales de dolor.
Sensibilidad sicológica: hace que el caballo sea más atento y más cuidadoso. Más atento a todo lo exterior, colores, movimientos, reflejos del agua, obstáculos nuevos, etc. Más cuidadoso para evitar lo que le hace daño o molesta.
Todo obstáculo supone un riesgo de golpearse. El caballo cuidadoso tratará por todos los medios de pasar limpio y dejará un margen de seguridad para no arriesgarse a recibir un barrazo. Por consiguiente la sensibilidad está relacionada con la limpieza en el obstáculo. Un test de sensibilidad puede ser el siguiente: permitamos que el caballo toque una vez por mala distancia. Si el caballo tiene sensibilidad debe reaccionar y la siguiente vez sobre el mismo obstáculo o se para o se va muy alto. Si vuelve a descuidarse y derriba es que le falta sensibilidad; no le compensa hacer el esfuerzo y será un caballo sucio o poco cuidadoso. Si se para después de golpearse es signo de sensibilidad; al menos no le gusta tocar. Hay que darle otra oportunidad y vigilar su moral.
Si el caballo es demasiado cuidadoso hay peligro de que su moral sea frágil. Se va tan alto y le preocupa tanto tocar, que hace sobreesfuerzos y ante un gran, obstáculo o distancia comprometida es propenso a la duda. También existe otro peligro que es confundir el caballo cuidadoso con un caballo importante. No es necesaria la espectacularidad. El caballo dotado con muchos medios se encuentra cómodo y tiene gran naturalidad y facilidad. Sólo se emplea cuando hace falta. Por tanto sensibilidad en su justa medida. No pecar por exceso ni por defecto.
En resumen, para que un caballo de salto resulte cómodo en recorrido debe tener calidad, facilidad natural para saltar y buena voluntad. Pero tras todos los condicionantes anteriores, finalmente, en base a nuestro nivel hípico y presupuesto, decidiremos a que pruebas vamos a acceder y que medios debe tener nuestro caballo. Es recomendable elegir un caballo de un grupo superior; esto hará que se encuentre holgado y sobrelleve mejor dificultades y problemas técnicos que puedan presentarse en los recorridos; si no fuera posible, recordar que nos dará más satisfacciones un caballo que cumpla lo anteriormente expuesto y sea bueno en su categoría, que otro más ambicioso pero con algún problema en el salto.
Fuente: Revista Ecuestre Mayo 2002
El equilibrio de un caballo es un concepto fundamental y está relacionado con el peso en los posteriores, la dinámica de masas y la obediencia. Es más correcto hablar de grados de equilibrio; para su análisis podemos desglosarlo en tres fases:
Equilibrio natural. Es la base fisiológica de la estabilidad; reside en el oído interno del caballo y está relacionado con la inteligencia. Es un don y consiste en que el caballo tenga de manera intuitiva buen control de su masa. En términos generales caballos pequeños y ponis tienen mejor equilibrio que los grandes.
Equilibrio con jinete. Está relacionado con la voluntad del caballo para corregir el pequeño desequilibrio que supone el peso del jinete. La interferencia del jinete recargaría el tercio anterior del caballo; para neutralizarlo el caballo debe percibir el pequeño desequilibrio y asumir el peso, reajustando el centro de gravedad del conjunto mediante un ligero remetido del tercio posterior. Se aprecia mejor bajando una pendiente pronunciada. El caballo desequilibrado parece que va a 'caerse'; se deja llevar por la cuesta de manera poco cuidadosa o desprevenida. El equilibrado, por el contrario, es sensible a la pendiente y ejerce una acción correctora para que la cuesta no le ponga en evidencia o peligro de caer.
En equilibrio, el caballo 'controla la pendiente'; en desequilibrio 'la pendiente lo controla a él'. El jinete experimentado va atento al equilibrio y con acciones sutiles de mano y pierna estimula al caballo a mantenerse activo y equilibrado. Así no tropieza.
Equilibrio en acción. En los aires rápidos o durante un recorrido de salto, el caballo tiende a desestabilizarse, volcándose en las espaldas y presentando dificultades de control. Se evita manteniendo el peso natural de los posteriores en todo momento; se trata del equilibrio dinámico necesario para que la masa total en movimiento sea controlable o gobernaba. La razón es que los posteriores firmes bajo la masa facilitan la 'ligereza': el caballo pesa menos en la mano y tiene mayor libertad para girar o para batir con los anteriores, ya que no se encuentran tan "comprometidos" con el peso. Este equilibrio está relacionado con la obediencia, el trabajo realizado y grado de doma alcanzado por el caballo. Es el que más puede mejorarse con trabajo, pero hay caballos que se desequilibran poco y otros que necesitan acciones insistentes y enérgicas del jinete, nada deseables, para mantenerse en equilibrio.
De la misma forma que en las pendientes, el buen caballo es sensible al salto y ejerce una acción correctora, que es echar el peso hacia atrás, para tener sus recursos disponibles y que el salto no le 'pille' en desequilibrio. El buen caballo se equilibra con los saltos, contra los obstáculos. En grados intermedios de equilibrio buscamos que al menos se deje equilibrar.
El caballo equilibrado es lo que todos buscamos; permite una equitación correcta y fluida hacia delante, con poca o nula intervención de la mano. Consigue mejores tiempos y es bueno en desempates y pruebas de velocidad. Lo bueno del equilibrio es poder olvidarse de él.4. Mecanismo.
El buen mecanismo consiste esencialmente en que el caballo va adaptando su cuerpo a la trayectoria que describe. Como el salto es una parábola, el caballo debe permanecer inscrito en ella; debe adelantar el cuello, dar la cruz y tener un gesto 'redondo'. Si hunde el dorso y la zona lumbar o echa el cuello hacia arriba decimos que no bascula o tiene mal mecanismo. Hay caballos que saltan plano o invertido y tienen éxito en competición internacional.
Los miembros anteriores y la espalda deben adelantarse armoniosamente en la batida. Si el caballo es recto de espalda o rígido suele tener dificultades para juntar las rodillas y adelantarlas- dobla las cañas pero no levanta los antebrazos; los deja inclinados hacia abajo y casi siempre demasiado separados.
Los buenos jinetes saben bien lo que montan y colocan este tipo de caballo siempre lejos del obstáculo. Con nuestro jinete joven o menos experto, el caballo se ve obligado a hacer esfuerzos excesivos o se golpea y puede pararse. Si tiene espalda rígida o 'malas espaldas' es mejor descartarlo. Si deja las manos algo "colgadas' pero sin desequilibrio, es normal y se mejora con trabajo: agrupaciones y gimnasias. Si mete los posteriores en el aire y no los saca hacia atrás decimos que tiene 'malos pies'. Ha habido caballos buenos con este gesto, pero no es lo normal. Es difícil corregirlo aunque se mejora algo con protectores largos o pesados atrás.
Busquemos pues un caballo que tenga buen mecanismo, que sea 'rápido' delante de la batida y lo que es más importante, que no haya que colocarlo lejos del obstáculo. El caballo rápido de delante no se encuentra tan comprometido cuando llega muy cerca. Es precisamente lo que se busca; que el jinete gane confianza, galope hacia los saltos sin temor y que el caballo esté cómodo y agradezca el buen ritmo. Sí además tiene buenos pies que salen hacia atrás y se elevan, resultará más fácil conseguir recorridos limpios.
5. Medios
Para saltar hacen falta medios. Los medios de un caballo están relacionados con la genética y la calidad. Un caballo flojo de atrás o falto de fuerza no puede con las pruebas serias. Un percherón tampoco. El salto no necesita la punta de forma o condición física y por eso se considera disciplina técnica pero se apoya rotundamente en la calidad del caballo. En el recorrido, los verticales son un "test" al equilibrio y los óxeres un "test" a los medios del caballo. Donde más se precisan medios es en óxeres y combinaciones. Los medios son críticos para poder negociar con autoridad las combinaciones sobre todo el triple; asimismo son determinantes para decidir si un caballo es de "gran premio' o no lo es. Al final, los medios son los que marcan las diferencias entre caballos buenos y fijan el techo deportivo de un caballo.
6. Sensibilidad.
Viene determinada por la sofisticación del sistema nervioso y el grado evolutivo de cada raza. Las especies menos evolucionadas tienen menor sensibilidad. Podemos hablar de sensibilidad física y sensibilidad psicológica, aunque ambas están interrelacionadas.
Sensibilidad física hace que el caballo sea sensible a cualquier acción sobre su piel. Esta sensibilidad hace posible la doma; el caballo es sensible a las ayudas de manos, piernas y peso; debe apreciar las indicaciones y matices del jinete. En cierta medida es el lenguaje y la comunicación entre jinete y caballo. Viene determinada por la perfección del sistema emisión-transmisión de señales de dolor.
Sensibilidad sicológica: hace que el caballo sea más atento y más cuidadoso. Más atento a todo lo exterior, colores, movimientos, reflejos del agua, obstáculos nuevos, etc. Más cuidadoso para evitar lo que le hace daño o molesta.
Todo obstáculo supone un riesgo de golpearse. El caballo cuidadoso tratará por todos los medios de pasar limpio y dejará un margen de seguridad para no arriesgarse a recibir un barrazo. Por consiguiente la sensibilidad está relacionada con la limpieza en el obstáculo. Un test de sensibilidad puede ser el siguiente: permitamos que el caballo toque una vez por mala distancia. Si el caballo tiene sensibilidad debe reaccionar y la siguiente vez sobre el mismo obstáculo o se para o se va muy alto. Si vuelve a descuidarse y derriba es que le falta sensibilidad; no le compensa hacer el esfuerzo y será un caballo sucio o poco cuidadoso. Si se para después de golpearse es signo de sensibilidad; al menos no le gusta tocar. Hay que darle otra oportunidad y vigilar su moral.
Si el caballo es demasiado cuidadoso hay peligro de que su moral sea frágil. Se va tan alto y le preocupa tanto tocar, que hace sobreesfuerzos y ante un gran, obstáculo o distancia comprometida es propenso a la duda. También existe otro peligro que es confundir el caballo cuidadoso con un caballo importante. No es necesaria la espectacularidad. El caballo dotado con muchos medios se encuentra cómodo y tiene gran naturalidad y facilidad. Sólo se emplea cuando hace falta. Por tanto sensibilidad en su justa medida. No pecar por exceso ni por defecto.
En resumen, para que un caballo de salto resulte cómodo en recorrido debe tener calidad, facilidad natural para saltar y buena voluntad. Pero tras todos los condicionantes anteriores, finalmente, en base a nuestro nivel hípico y presupuesto, decidiremos a que pruebas vamos a acceder y que medios debe tener nuestro caballo. Es recomendable elegir un caballo de un grupo superior; esto hará que se encuentre holgado y sobrelleve mejor dificultades y problemas técnicos que puedan presentarse en los recorridos; si no fuera posible, recordar que nos dará más satisfacciones un caballo que cumpla lo anteriormente expuesto y sea bueno en su categoría, que otro más ambicioso pero con algún problema en el salto.
Fuente: Revista Ecuestre Mayo 2002
